Durante los últimos años, los vaporizadores se han convertido en una de las herramientas más populares entre las personas usuarias de cannabis, especialmente por su capacidad de ofrecer una experiencia más limpia, eficiente y controlada. Sin embargo, en México, la política de prohibición de estos dispositivos ha generado una confusión importante que merece ser analizada con calma.
La raíz del problema: los líquidos y el mercado negro
La decisión de prohibir los vaporizadores se originó a raíz de un problema real, pero mal enfocado. En 2019, comenzaron a reportarse casos de enfermedades respiratorias graves asociadas al uso de vaporizadores tipo “e-cig” o “vape”, utilizados comúnmente para líquidos saborizados con nicotina o cannabinoides sintéticos.
El origen de las muertes reportadas en Estados Unidos se rastreó hasta líquidos adulterados con acetato de vitamina E, una sustancia que, aunque inofensiva por vía oral, resulta extremadamente dañina para los pulmones al ser inhalada. Este episodio encendió las alarmas globales, pero también provocó una respuesta desproporcionada: la prohibición total de todos los tipos de vaporizadores en México.
Vaporizadores herbales y de extractos: otra historia
En el afán de proteger la salud pública, la regulación mexicana no distinguió entre los vaporizadores para líquidos sintéticos y los vaporizadores herbales o de extractos de cannabis, dispositivos diseñados para calentar la materia vegetal o resina sin llegar a la combustión.
Esta distinción es crucial. Los vaporizadores herbales permiten liberar cannabinoides y terpenos mediante calor controlado, evitando la inhalación de compuestos tóxicos derivados del humo. Además, en contextos terapéuticos, la vaporización es una de las vías más rápidas y efectivas de administración, utilizada por pacientes que necesitan aliviar síntomas de manera inmediata, como en casos de espasmos, ansiedad, crisis de dolor o náuseas intensas.
Prohibir indiscriminadamente todos los vaporizadores impide el acceso a herramientas que reducen riesgos y mejoran la calidad de vida de miles de pacientes.
Un retroceso para la reducción de daños
Desde Fundación AMEM, consideramos que esta prohibición representa un retroceso en materia de salud pública y derechos humanos. En lugar de fomentar prácticas más seguras y controladas, se empuja a las personas usuarias a un mercado ilegal donde no existen garantías de calidad, pureza ni seguridad.
La prohibición nunca ha sido una solución efectiva; en cambio, el control de calidad, la información y la educación son herramientas mucho más poderosas para proteger a la población.
Regulación y diálogo: el camino necesario
Creemos firmemente que el diálogo con las autoridades sanitarias y legislativas es prioritario para construir una regulación más adecuada y basada en evidencia científica. No se trata de promover el consumo, sino de regular con responsabilidad y garantizar que las personas que ya usan cannabis o sus derivados lo hagan de la forma más segura posible.
En lugar de vetar dispositivos útiles, se deberían establecer estándares de calidad para los líquidos y extractos, mecanismos de certificación y protocolos de vigilancia sanitaria que permitan erradicar las malas prácticas del mercado negro.
Hacia una regulación con sentido humano
La regulación de los vaporizadores —herbales, de extractos o líquidos— debería partir de una pregunta central:
¿Qué es lo mejor para la salud y seguridad de las personas usuarias?
Reconocer que existen diferentes tipos de dispositivos y usos es el primer paso. El segundo es escuchar a la comunidad, a los pacientes y a los activistas que han demostrado que la vaporización puede ser una herramienta clave para la reducción de riesgos y el bienestar.
La prohibición de vaporizadores en México fue una respuesta mal dirigida a un problema específico del mercado ilegal.
Vaporizadores herbales y de extractos no representan los mismos riesgos que los líquidos adulterados.
Su uso puede tener beneficios terapéuticos y de reducción de daño.
La regulación responsable y el control de calidad son la verdadera solución.
Fuentes y lecturas recomendadas:


